Una de las principales preocupaciones de la ciudadanía es el tráfico: las horas que deben pasar en sus vehículos o en el transporte superficial hacen que las personas vean al tráfico como uno de sus grandes problemas.
Barcelona es la primera ciudad en España en incorporar un mecanismo para reducir el tráfico en la ciudad. Esto se ha logrado mediante la incorporación de un nuevo concepto urbanístico denominado superislas.
Las superislas o superilles ayudan a transformar el espacio público de la ciudad tal y como lo conocemos. Alrededor de este elemento urbanístico se ubica un conjunto de manzanas que tendrán escuelas, parques, supermercados y parques.
Dentro de estos nuevos centros urbanos los coches no pueden transitar. Pero lo mejor de todo es que son innecesarios, ya que se tienen todas las comodidades alrededor de las propiedades inmobiliarias. Esto a su vez ayuda a liberar el transporte alrededor de la zona y por ende reduce la contaminación ambiental.
El Ayuntamiento de Barcelona, especialmente Ada Colau, ha hecho foco en la importancia de las superilles en tres sitios principales: Sant Martí, Eixample y Gràcia. De la misma forma, y dependiendo de los resultados obtenidos, se buscará ampliar el plan para el resto de la ciudad, inclusive llevar la idea a ciudades más pequeñas como San Cugat o Terrasa.
Este plan de reformas viables y urbanísticas persigue varios objetivos: principalmente reducir el tránsito, pero también la reducción de la contaminación y una mayor fluidez para el tránsito peatonal libre.
Al reducir significativamente el número de vehículos privados, debido a que la ciudadanía tendría todas las comodidades a su alrededor, no necesitaran de sus vehículos y por ende la contaminación emitida por los mismo se eliminaría.
La estrategia ha sido abucheada en muchos casos o bienvenida en otros. Está por verse la validez y éxito de la medida en los años futuros.