Aunque los precios de arrendamiento pueden llegar a un promedio bastante elevado, en especial en áreas de mayor densidad geográfica, negociar con el propietario una rebaja siempre es posible. Ambas partes se ven beneficiadas de esto, pues mientras el inquilino ahorra dinero, tiempo y molestias para una mudanza que no puede costearse, el propietario no pierde un ingreso fijo ni debe buscar inquilinos nuevos. Para que esta negociación sea exitosa, es necesaria una serie de referencias que pueden usarse a favor del inquilino además de preparar una alternativa.
Contrato
Los derechos y obligaciones de cada una de las partes involucradas en el alquiler de un piso están estipuladas en el contrato previamente firmado, por lo que antes de hablar con el propietario es necesario revisar todos los aspectos de dicha operación. El documento debe reflejar el índice de precios con el que se elaboró o si contempla la posibilidad de rebajas.
Zona
Dependiendo de la demanda del área donde arrendamos, las viviendas pueden o no pasar mucho tiempo en el mercado. Una zona con poca demanda es beneficiosa para la negociación ya que el casero, en caso de no acceder, tendría más problemas para encontrar un nuevo inquilino. Es necesario conocer los precios de los pisos similares que se alquilan cerca, para establecer un límite realista dentro de la rebaja.
Intereses y necesidades
Las circunstancias particulares de los propietarios tienen tanto peso como las de los inquilinos, por lo que no es lo mismo solicitar una rebaja ante alguien cuya situación económica está en riesgo o depende enteramente del alquiler que hacerlo frente a alguien que vive de alquilar varias casas o la tiene sólo por herencia familiar.
Tono
Es importante hablar con determinación pero a la vez con educación y respeto. No es conveniente ni recomendable caer en discusiones hostiles que no resultan positivas para la relación. Una mala actitud puede finalizar incluso en la ruptura total de la negociación, por lo que es ideal evitar deducir las intenciones del interlocutor, culpar a la otra parte de la situación o encerrarse en una idea inicial sin escuchar lo que el otro tiene que decir.